Todos hemos experimentado en ciertos momentos ese sentimiento de familiaridad con una situación o lugar nuevos, o la sensación de haber tenido antes exactamente la misma conversación. Esa noción de familiaridad se denomina déjà vu (en francés: “ya visto”), y los estudios indican que le ocurre de manera ocasional y aleatoria a un 60%-80% de la población. Pero, ¿que hace que se den esas sensaciones?
A pesar de la popularidad que tiene este fenómeno, se sabe muy poco de él, salvo que ocurre de forma breve, sin previo aviso, y sin manifestaciones físicas aparte de expresiones del tipo: “estoy teniendo un déjà vu“, o “esto ya lo he vivido”. Muchos investigadores han propuesto el nexo entre estas experiencias y los centros cerebrales de la memoria.
El problema del estudio de los déjà vu es su carácter aleatorio, que reduce su investigación al análisis de los informes de experiencias personales. Sin embargo, cierto grupo de pacientes epilépticos experimenta déjà vu de manera consistente en el inicio de un episodio de convulsiones, que comienzan en el lóbulo temporal medial (que forma parte del lóbulo temporal) del cerebro. Esto permite a los investigadores un cierto control experimental en el estudio de los déjà vu.
El lóbulo temporal medial poseen estructuras anatómicamente conectadas que son esenciales para la memoria a largo plazo. Ciertas regiones de estas áreas cerebrales trabajan en la detección de la familiaridad (reconocimiento), frente a la mera recolección de experiencias. De hecho, se ha propuesto que esta detección de la familiaridad depende del cortex rinal, mientras que la recolección y almacenamiento de sucesos depende del hipocampo.
Los episodios de convulsiones epilépticas son producidas por alteraciones en la actividad eléctrica neuronal. Estas disfunciones pueden transmitirse por todo el cerebro como ondas de choque. Al comienzo de estas alteraciones, el sistema neural genera un aura de déjà vu justo antes del episodio epiléptico. Midiendo las descargas neuronales los investigadores han podido identificar las regiones del cerebro donde el déjà vu comienza. Parece ser que es la estimulación del cortex rinal (y no del hipocampo) lo que induce los déjà vu.
Así, se ha propuesto que el déjà vu estaría relacionado con una descarga neurológica en el cerebro, semejante a lo que ocurre en los episodios epilépticos. De hecho, en personas sin epilepsia, puede observarse en lo que se denomina espásmos mioclónicos, unos tics que se producen en las fases iniciales del sueño, y producidos por un impulso eléctrico enviado por el cerebro hacia alguna extremidad (en espera de respuesta, con el fin de distinguir entre el sueño y la muerte física). Sin embargo, parece que el tipo de déjà vu en pacientes epilépticos es ligeramente distinto a los demás, ya que puede ser duradero, frente a los episodios fugaces que todos los no epilépticos conocemos.
Otra explicación del déjà vu vendría de una discrepancia entre diferentes sistemas de memoria, que desembocaría en la generación inapropiada de una memoria detallada frente a una experiencia sensorial nueva. Esto explicaría porqué una nueva experiencia puede resultar familiar, pero no tanto como un recuerdo genuíno.
Una explicación más vendría de la activación del sistema rinal neural, ocupado de la detección de la familiaridad, sin la activación del sistema de recuerdo del hipocampo: reconocimiento sin detalles específicos.
Existen montones más de teorías para el déjà vu, pero lo cierto es que aún no existe una explicación sencilla y satisfactoria para ello.
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