La riqueza de la vida social, dictada por el tamaño de la amígdala

Un estudio de un grupo de investigadores de la Universidad de Northeastern, que se publicará en Nature Neuroscience, muestra como el tamaño de ciertas areas del cerebro, en particular de la amígdala puede ser un factor determinante en la riqueza y extensión de la vida social de los individuos.  De la misma manera, su hallazgo podría aportar alguna luz a cómo ciertas anormalidades en algunas regiones del cerebro podrían afectar el comportamiento social en determinados desórdenes psiquiátricos y neurológicos.

Este estudio interdisciplinar ha sido liderado por la Dra. Lisa Feldman Barrett.  En el transcurso de la investigación, se solicitó a 58 participantes que rellenasen un cuestionario acerca del tamaño y naturaleza de sus redes sociales.  Se midió el número de contactos que regularmente mantenía cada participantes, así como el número de grupos sociales a los cuales pertenecían.

Además, se les sometió a un escaner de resonancia magnética para obtener información acerca de varias estructuras cerebrales, incluyendo el volumen de la amígdala.  Los investigadores encontraron que los individuos con una amígdala cerebral de mayor tamaño se correspondían con aquellos que decían poseer un círculo de amistades y relaciones sociales más complejo y extenso, y esto se cumplía tanto para hombres como para mujeres, ya fuesen jóvenes o de mayor edad.

La amígdala cerebral (también corpus amygdaloideum, en latín, del griego ????????, amygdal?, “almendra”, listada en la Anatomía de Gray como nucleus amygdalæ), es una estructura con forma de almendra conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales de los vertebrados complejos, incluidos los humanos.  La amígdala forma parte del sistema límbico (término últimamente en desuso por su imprecisión), y su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales.

Según la Dra. Barrett, estos hallazgos son compatibles con la “hipótesis del cerebro social”, la cual sugiere que la evolución de la amígdala humana podría deberse en parte a la necesidad de disfrutar de relaciones sociales cada vez más complejas.

El análisis de otras estructuras internas del cerebro parece indicar que la amígdala es la única zona para la cual existe evidencia de afectar la vida social de los humanos.

“Sabemos que los primates que viven en comunidades poseen una amígdala de mayor tamaño que los demás, incluso tras corregir por el tamaño cerebral y corporal”, comentó la Dra. Barrett.  “Si consideramos una única especie de primates, los humanos, descubrimos que el volumen de la amígdala se correlaciona positivamente con el tamaño y la complejidad de los entornos sociales de los humanos adultos.”

Barrett, la cual también es investigadora en el campo de la neurociencia en el Massachusetts General Hospital (MGH), dentro del Programa de Investigación de Neurovisualización Psiquiátrica, y el Centro Martinos para la Investigación Biomédica, colaboró con Brad Dickerson del Departamento de Neurología del MGH y otros colegas.  Todos ellos continúan investigando la correlación entre las regiones del cerebro y el comportamiento social humano.

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