Un depredador de más de 5 masas solares

Investigadores del Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) han descubierto un sistema binario, llamado XTE J1859+226, donde un agujero negro de unas 5.4 masas solares está devorando a su estrella compañera.

Los astrónomos, dirigidos por Jesús M. Corral-Santana, captaron los espectros de rayos X del agujero negro y la estrella en observaciones realizadas en el Gran Telescopio Canarias (GTC), que seguía la pista de este sistema desde que en 1999 fuera detectado por el satélite RXTE de la NASA.  Esta emisión de rayos X hizo sospechas a los científicos que en esa región, a unos 45600 años luz de la Tierra, y más allá del centro de la Vía Láctea, en la constelación Vulpecula, podía haber un agujero negro binario.

Estos sistemas binarios de rayos X están compuestos por un objeto compacto (que puede ser una estrella de neutrones o un agujero negro) y una estrella “normal”.  En nuestra galaxia se estima que pueden existir del orden de 5000, aunque solamente 17 se encuentran actualmente registrados.

Un escenario habitual es que el objeto compacto, con una gravedad más intensa, absorba materia de la estrella compañera y la incorpore lentamente a su propia masa a través de lo que se denomina un “disco de acreción“. De esta manera, el objeto compacto podría acabar por devorar a su compañera, cosa que en este sistema binario podría ocurrir dentro de miles de millones de años.  Además, en este caso, los astrónomos comprobaron que el objeto compacto era un agujero negro en el que la masa absorbida va cayendo.

Impresión artística de un sistema binario con un objeto compacto recibiendo materia de su compañera, a través de un disco de acreción. Se muestra también chorros de radiación eyectados a sendos lados del disco de acreción, a lo largo de eje de rotación del objeto compacto.

 

El satélite detectó el sistema en un momento de erupción, pero luego volvió a la normalidad, al estado de quietud que es habitual en la mayor parte de la vida de las binarias transitorias de rayos X. “Así pueden permanecer muchos años, pero nosotros desde 1999 hemos estado buscando en esa zona hasta que hemos comprobado su existencia“, explica el astrofísico, primer firmante del artículo en la Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (MNRAS).

Los investigadores han combinado las mediciones fotométricas del Isaac Newton Telescope (INT), el William Herschel Telescope (WHT) del año 2000 y las del Nordic Optical Telescope (NOT) de 2008, con los espectros realizados con el GTC en 2010, los primeros publicados de este objeto.  Según Corral-Santana, haber podido observar desde el GTC ha resultado determinante. El GTC, con su espejo de 10.4 metros de diámetro, es en la actualidad el telescopio más grande del mundo.

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